Cuando se va a almorzar o a cenar a un restaurante, lo que suele ocurrir es que, después de sentarte a una mesa, se acerque un camarero y pregunte "¿que van a tomar los señores?", se sirva la bebida a los clientes y se les vuelva a preguntar poco después: ¿"para comer?". Ese es el ritual normal, lo habitual, lo que pasa siempre... o casi siempre...
... porque hay un sitio en Málaga, en la Playa de El Palo, un chiringuito-restaurante al borde del mar, en el que eso no es así. Efectivamente, un camarero llega y pregunta por lo que se va a beber; hasta ahí, lo normal. A partir de ese momento, ya nadie viene a preguntarte sobre tus opciones culinarias del día, sino que una nube de camareros pasa por entre las mesas pregonando lo que llevan. "¡¡¡Llevo la paella, la paella, la rica paella...!!!" -va gritando uno, mientras otro pasa vendiendo sus ¡¡¡calamaritos, calamaritos, calamaritos...!!!; otro oferta más allá ¡¡¡el adobo, el adobo, el adobo...!!! o el espeto o los langostinos o... en fin, una sinfonía de voces que golpean nuestros tímpanos con sus elevados decibelios y nuestras papilas gustativas con las ricuras gastronómicas que anuncian. Al cliente lo vuelven loco -indeciso- durante un tiempo, como noqueado por tal cúmulo de ofertas. Hasta que, después de deliberar entre los comensales sorprendidos, se rompe la indecisión y se empieza a pedir a diestro y siniestro con el ritmo que la necesidad de suministro alimentario va imponiendo.
Nadie toma nota de lo que se pide, nadie controla si se han servido dos o tres o cuatro... o veinte raciones. ¿Cómo se las apañan, pues, para cobrar al final?, ¿cómo saben lo que han servido a cada una de las decenas de mesas que se atienden simultáneamente? Muy fácil. Un señor anda continuamente entre las mesas diciendo: "Yo cobro, yo cobro, yo cobro..." Cuando te decides a abonar la cuenta, el señor del cobro se acerca a la mesa, cuenta los platos, las jarras de cerveza y las botellas de bebida que hay encima de ella, y multiplica los platos por siete euros y las bebidas por su precio, y sobre el mantel de papel te escribe el resultado final. Y aquí paz y después gloria.
7 comentarios:
Me ha parecido muy original la forma de ofrecer y de cobrar en El Chiringuito de Málaga.Disfruto de tus narraciones e imágenes por lo que me voy agradecida .
Saludos
Cecy
Málaga es una gran ciudad, tengo buenos amigos allí. Es lo que echo de menos en Barcelona, esas tapas andaluzas regadas con vino o cerveza. Aquí cuestan bastante dinero y se te quita el hambre a veces ;)
Un abrazo.
Original y divertido. ¿Dónde está eso?
Ufffffff que bulla esto me corta a mi la digestión. Yo prefiero sitios relajados y tranquilos. Ayer comí en el Campero de Barbate, en el salón de no fumadores...recomendable 100%.
Tratan el atún con especial maestría.
Saludos. Bely.
PD: Qué hay del encuentro blogero???
De vez en cuando no cae mal una bulla. El encuentro está ahí pendiente, no lo olvidamos.
Camarero, voy,voy, camarerooo, voy voy... habrá que visitar este lugar, la manera de trabajar me parece de lo mas original.
Si que es curioso este "Tintero", y lo mejor es que lleva años funcionando de la misma manera y triunfando porque se ha convertido en visita obligada si te gusta el buen pescaito. Es divertido. Hace años que no voy y no sé cómo estará, pero era muy agradable comer con los pies en la arena.
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