En la entrada anterior, acertar por donde andaba el autor de la foto era una empresa fácil. Salvo el amigo Genín, todos los demás habéis acertado: era Zamora, la que no se tomó en una hora, la cercada por el rey Sancho y liberada del cerco merced a la acción traidora para unos, heroica para otros, de Bellido Dolfos. Todos los acertantes tienen garantizada una cerveza, les invito cuando podamos vernos.
Acertar el lugar por donde hoy caminamos va a ser más difícil. Los que lo adivinen tendrán derecho a cerveza y tapa. Sirva de pista que os diga que la señora que se ve arriba con ese negro atuendo, bajo un sol de justicia, me la encontré en el camino que me llevaba hasta el lugar que deben adivinar. El pueblo de la señora, Villalcampo, un rato antes de llegar al punto de destino, que aparece en la foto de abajo.
Como pueden comprobar en la foto que pone punto final a esta entrada, no navegaba yo en un bajel pirata, con Asia a un lado y al otro Europa, como canta Espronceda, sino en una barcaza, con España a babor y Portugal a estribor. Me callo ya porque creo que lo estoy poniendo demasiado fácil.