Ahora que estamos metidos en nieve, en frío, en lluvia, envueltos en mantas, resulta agradable recordar acontecimientos ocurridos con tiempo más amable. Vamos a viajar a lo que aquí leímos y vimos con motivo de las fiestas de San Antonio 2009.
La Romería de San Antonio. En el marco de unas fiestas especialmente felices, acudimos el domingo 14 de junio en Romería hasta el hermosísimo lugar donde la celebramos cada año. En esta ocasión, la nueva caseta, una novedad especialmente alabada por todos los romeros, ha puesto la guinda a esta ceremonia religiosa y laica, que normalmente consiste en la peregrinación hasta un santuario; en este caso el santuario al que se acude, con el santo por bandera, es un paraje natural que se asemeja a las descripciones que se hacen del paraíso terrenal: una tierra donde abunda el agua y la fresca sombra de los árboles.
En la imagen, Pepito, con su bajo a cuestas;
el autor del blog tras la cámara, y la carroza del
santo al fondo, reflejados todos en el instrumento
musical. AUTORRETRATO.
La historia empieza a media mañana en el pueblo, en la iglesia, donde San Antonio espera ansioso todo el año que llegue este día para darse un garbeo, saludar y bendecir a los romeros y tomar un poco el aire, que también a él le gusta. Se pone guapo de flores y sale a la puerta del templo, donde una muchedumbre le espera y una banda de música le saluda a los sones del himno nacional. Me consta que a San Antonio, más que las marchas solemnes, le gustan las sevillanas y Paquito el Chocolatero, pasodoble que se convierte en el verdadero himno del día, pero cuando se regresa, por la tarde, al pueblo.
Algunos van en carrozas; los abuelos llevan a sus
nietos a la salida del santo; la gente espera
y, por fin, sale San Antonio.
El camino se hace lentamente. Un inmenso gentío, en carrozas o a pie, va detrás del santo. Se canta, se charla, se baila. El calor va creciendo paso a paso y se le va poniendo remedio con abanicos, sombreros y algún que otro trago. Al llegar a la fuente de Los Cañitos, la comitiva se detiene y bebe y se refresca. Las mujeres solteras echan agua a los azulejos que en la fuente dibujan la imagen del santo, para que les salga novio: existe la creencia popular de que San Antonio, en esta cuestión, obra milagros y que es infalible si, además de echarle agua, la casamentera le enseña la liga de sus medias. En torno a esta creencia, hay cientos de cancioncillas en España y en otros países, que cantan esta facultad del Santo.
San Antonio bendito
dame un marido
que no fume tabaco
ni beba vino,
ni vaya a la taberna
con sus amigos.
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Pon blancas azucenas
a San Antonio
si quieres que a los quince
te salga novio.
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Fuiste la que metiste
a San Antonio en el pozo,
y lo jartaste de agua
pa que te saliera un novio.
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Dice la Tarara que no tiene novio,
debajo la cama tiene un San Antonio.
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San Antonio portugués
patrono de lo perdido;
mi novio se perdió anoche,
búscamelo, santo mío.
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Por fin, llegamos a nuestro destino. Ya hay gente que allí espera, que se ha adelantado para coger el sitio donde pasar el día con amigos y familiares y compartir con ellos, y con los que de paso se acercan a saludar, los mejores manjares que cada uno ha podido traer.
La jornada se llena de amigos, de bailes compartidos, en un ambiente extraordinariamente fraternal. Los niños, que llegan elegantemente ataviados con trajes especialmente preparados para la ocasión, terminan jugando en el agua que, generosa, corre por medio del recinto desde el Manantial del Quejigo, a través de un pequeño arroyo que se ha encauzado sobre un lecho de piedra.
Pepe Vázquez y su hermana Rafaela
merecen mención especial: Pepe tiene 97 años,
(98 eneros, dice él porque en ese mes
cumple años y este año ya lo ha superado)
y ella 93. Son los romeros más longevos.
Pasan las horas. Hay que volver. El sol aprieta y la temperatura corporal sube de manera considerable, aunque se haya regado el interior del cuerpo con abundantes líquidos, que -por no ser precisamente agua- hacen que el ambiente de euforia se extienda por todo el recinto de la Romería, las contorsiones de baile se tornen exageradamente expresivas y los saludos entre unos y otros especialmente amistosos. Todo eso significa que la hora del regreso ha sonado. Estalla un cohete en el aire: es la orden de retirada.
Pero el momento cumbre de la Romería de San Antonio está por llegar. La banda de música bosqueña -perfectamente identificada con la fiesta- espera a la entrada del pueblo a la comitiva, que llega entre palmas y cantes. De los instrumentos de la banda nace el esperado himno: Paquito el Chocolatero, y ya todo el mundo se transforma y canta y saluda a la usanza árabe y grita una y mil veces algo parecido a ¡¡¡jei!!!, ¡¡¡jei!!!, ¡¡¡jei!!!, más o menos.
Vean en el vídeo que está justo aquí debajo un momento de lo que pasa a lo largo de todas las calles del pueblo hasta la llegada a la iglesia. Solo así podrán hacerse una idea. Ah, y perdonen el movimiento de la cámara, pero un servidor también participaba de la fiesta.
Se despide al santo. Luego continua la fiesta en la plaza. La gente es incansable. Son las ocho de la tarde y nadie parece querer poner punto final. La banda lo hace: toca aquello de "adiós, amigos; good bye, my friends" y se marchan entre los aplausos de todo el mundo y las quejas de los más recalcitrantes.
Vídeo del jolgorio en la plaza.
Y aquí acaba esta historia. El año que viene -si San Antonio quiere- volveremos a vivirla.