VII
José Benítez Olmedo, Pepe el Herrador, Pepe Jerraó. Hacía años que yo no lo veía en la calle y, de pronto, salgo de mi casa, a las 12'19 del día 28 de marzo de 2009, y me encuentro con una estampa digna de fijar para el recuerdo: Pepe sentado en la puerta del bar La Tapita, con varios vecinos del pueblo, entre otros el que con él aparece en la foto, Pepe Galindo, Pepe Catalina.
José Benítez Olmedo pasa ya con creces de los 80 años, está lúcido, aunque con achaques propios de esa edad. No hace mucho estuve con él en su casa, charlamos un rato de cosas del pasado y de algunas anécdotas en las que él fue protagonista. Nos reímos recordándolas y -en un momento dado- hablando de unos versos que le cantan a El Bosque, Pepe nos regaló a los presentes (su hijo Jesús, su mujer y yo) un fandango que reza así:
Un cielo limpio y azul.
Viva El Bosque porque tiene
un cielo limpio y azul.
Con sus casitas blancas
y sus mujeres guapas,
es de lo mejor del sur.
Era Pepe, en sus años de vida activa, un hombre trabajador, que tuvo que multiplicar sus tareas para sacar adelante a su numerosa familia: fue cartero, zapatero, herrador, vendía cajas de polvorones en las vísperas de Navidad... Pero de tarde en tarde, con sus amigos, también se permitía echar un rato de juerga. Una noche, las copitas fueron más abundantes de la cuenta, y Pepe y sus acompañantes, entre charlas y cantes, terminaron más tarde de lo que las mujeres suelen tolerar a sus maridos. Cuando volvió a su casa, Isabel, su esposa, le estuvo refunfuñando una y otra vez, recriminándole su conducta, diciéndole lo tarde que era, etc., etc., etc. Harto ya Pepe de tantos reproches, le dijo a su mujer:
-Isabel, por favor, pégame una torta, pero no me relates más.
Pepe ha sido y es un hombre bueno, "en el buen sentido de la palabra", como se autocalificó Machado en su Retrato.