Un día como hoy de 1988, ingresó en el ejército español la primera promoción de mujeres.
El final de las vacaciones ha llegado para la gran mayoría. Ya huele a vendimia, a otoño, a septiembre y ahora, en los medios de comunicación, en la calle, en las tertulias de amigos, se hablará del síndrome depresivo postvacacional, de las dificultades económicas que las familias y el país tienen para seguir manteniendo un nivel de vida similar al de años anteriores; los programas televisivos del corazón (perdón, del bolsillo de un puñado de vividores) seguirán adormeciendo las mentes y edulcorando la realidad; las casas comerciales querrán vendernos las series de coleccionables; la vuelta al colegio significará un desembolso importante para los padres; los sindicatos se movilizarán contra la precariedad en el empleo y contra el desempleo existente; las confederaciones de empresarios querrán imponer sus criterios en materia de flexibilización del mercado laboral (es decir, despido más libre)... Volvemos a la rueda de la vida ordinaria, tras el extraordinario paréntesis que ha brindado el tiempo vacacional a aquellos que mantienen su empleo y disfrutan de la posibilidad de tener vacaciones.
La crisis golpea con fuerza. El Gobierno se defiende con medidas que intentan paliar la situación; la Oposición política ataca acusando al gobierno de que no sabe cómo sacarnos de ella, pero tampoco aporta ideas. En fin, el panorama nacional es como una caja de grillos en la que sus actores se dedican a hablar sin escucharse, a agraviarse mutuamente casi siempre, mientras el pueblo demanda soluciones.
Y la verdad es que no hay soluciones inmediatas, sino a medio plazo. Ni Gobierno ni Oposición tienen una varita mágica para arreglar este desaguisado; mucho menos si andan a la gresca continuamente. El país necesita que cada uno -desde la función que tenga encomendada, desde su trabajo- cumpla con sus obligaciones, y necesita también de un gran pacto de las principales fuerzas políticas y sociales. Si lo hacemos así saldremos de esto, tarde pero bien, tarde pero preparados para vivir otro largo ciclo de bienestar; de la manera que se está manejando la situación por unos y por otros, también saldremos, pero tarde, mal y sin haber resuelto los problemas de fondo.
1 comentario:
änimo, Antonio, que ya sólo nos quedan 19 años de nada para que acabe la crisis.
Publicar un comentario