Me he ido a caminar por los montes de mi pueblo esta tarde primera de la primavera recién nacida. Iba armado de navaja y libro: navaja para ir cogiendo los espárragos trigueros que en estas fechas crecen, libro de poemas de un poeta bloguero al que siempre es un placer visitar en su blog Pavesas y cenizas. La tarde ha sido abundante en espárragos, pero de trecho en trecho me sentaba rodeado de paisajes verdes y azules y recolectaba también los bellos versos de Amando Carabias María.
Este 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía, he cumplido con el rito leyendo poemas del libro de Amando titulado "Versos como carne", que tan amablemente él me ha enviado a través del común buen amigo y bloguero sin blog, Flamenco Rojo.
Reproduzco un fragmento de uno de sus poemas, Tarde de mayo, que me ha gustado especialmente:
"¿...Has visto...?
Los vencejos otra vez vuelan veloces
sobre nuestras cabezas que se aventan en la tarde de mayo;
han vuelto por sorpresa, sin aviso, ávidos de luz de
primavera,
motean el celeste, cual lunares siderales, en alocadas elipses
de charol,
serpentinas aéreas que cimbrean bajo sus alas.
¿...Has visto...?
Ni una rama de los árboles queda desnuda,
todas se han vestido con rebrillos de esmeraldas
y ríen a la luz que acaricia la tarde de mayo.
¿Quién podrá determinar el día en que brotó su sonrisa verde?
No mis ojos que estaban pendientes de cosas más trascendentes,
pero que no son importantes para nadie, para nada."