La madrugada del 18 de agosto de 1936 le dieron muerte, quisieron callar su voz, pero su voz suena desde entonces más alta. Dos días antes le detuvieron. Le acusaban de ser socialista, de haber sido secretario de Fernando de los Ríos y de ser homosexual. El gobernador civil de Granada telefoneó al general Queipo de Llano para comunicarle la detención del poeta y pedirle instrucciones; y el general, muy ocurrente él, criminalmente ocurrente, le contestó "dale café, mucho café". La madrugada del 18 de agosto de 1936, hace hoy 79 años, aquellos salvapatrias asesinos fusilaron a Federico cobardemente, junto al maestro nacional Dióscoro Galindo y a los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas.
EL CRIMEN
Se le vio, caminando entre fusiles
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle a la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—.
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, ¡en su Granada!...
En Granada, como Antonio Machado dice en estos emotivos versos, y en otros muchos pueblos y ciudades, aquella madrugada y otras muchas madrugadas, hombres y mujeres inocentes cayeron abatidos por mentes asesinas.
En El Bosque otros nombres también se sumaron al de Federico: José Barea Fernández, Fernando Carretero Moscoso, Juan Gil Barea, Ildefonso Jiménez Olmedo, Antonio Marchante Gallardo, Miguel Melgar Moscoso, Juan Navarro Chacón, Antonio Sarmiento Gutiérrez, Juan Oliva Cava, Francisco Oliva Orozco, Manuel Trujillano Jarillo... Sirva este recuerdo, no para generar sentimientos de venganza, sino como mensaje que transmita la necesidad de que una sociedad no debe dejarse conducir por el odio y el rencor, sino por la tolerancia y el respeto.