Hemos abierto el balcón.
La tarde está llena de pájaros
y olivos.
Araceli -morena y azul-
ha salido al balcón
conmigo.
Una fresca sombra nos envuelve.
Nos miramos. Hablamos.
Reímos.
Araceli y yo esperamos tener
-callada, dulcemente-
un hijo.
Se me abre el corazón
de pensarlo, de imaginarlo,
de sentirlo.
1 comentario:
¡Qué poema más hermoso!,¡qué bien ilustrado! Enhorabuena, amigo Antonio. Disfruto con tu blog.
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