Hay quien no se lo cree, pero en Las Lomas, cuando cae la tarde, el sol dibuja escenas de extrañas luces. Las sombras de los árboles olvidan el gris y se tornan verde esmeralda. Y el horizonte, mientras el astro rey desciende lentamente hacia el mar, se ilumina con una infinita gama de rojos. Ese fenómeno -visto con ojos de poeta- pusieron alas a la imaginación de mis musas y dio lugar a este poema, tras regresar de todo un día en aquel paraje, en el que nos sorprendió la noche rodeado de estas mágicas sensaciones.
LAS SOMBRAS VERDES
El Ocaso ha pintado sombras verdes
en la ladera de las Lomas.
Desde un horizonte de playas,
el sol lanza al cielo trompetas rojas.
La soledad es inmensa y redonda
y está sembrada de encinares,
de casas solas, de luces titilantes.
Se ha agazapado lentamente,
entre lentiscos, la luz de la tarde;
en los ojos nos han crecido sombras
y el amor del fuego nos ilumina
la voz y la memoria.
Hablamos del pasado,
de borrosos recuerdos,
de nuestras pequeñas historias:
palabras y silencios
se entrelazan y ascienden
hechos susurro
por la cañada de las Lomas.
La Luna asoma por las crestas
del Tajo Colorado
y dibuja encinas en su cumbre
y oscuras rocas
contra un firmamento negro y diáfano.
Las campanas de una iglesia
cuelgan lejanos zarcillos al aire
y unas esquilas suben por el monte
buscando el cielo
y la paz de esta tierra
de todos y de nadie.
Un frío viento hunde sus navajas
en el calor de las llamas,
unas manos de mujer
escriben una vaporosa
nana de agua
sobre las ascuas
y ponen punto final a este día,
que ya sueña con dar a luz
otra mañana.
1 comentario:
La bucólica es preciosa. Y, el fenómeno crepuscular de 'Las sombras verde-esmeralda', lo hemos disfrutado el autor y quien suscribe, imnúmeras tardes.
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