La muerte obsesiona al ser humano y se convierte, por tanto, en uno de los temas mas frecuentes en la poesía de todos los tiempos. He aquí una muestra de ello.
Yo me dormiré un día
hasta siempre siempre.
Bajaré al corazón de la tierra,
subiré a las aceitunas
y soñaré crepúsculos dorados
hasta siempre siempre.
hasta siempre siempre.
Bajaré al corazón de la tierra,
subiré a las aceitunas
y soñaré crepúsculos dorados
hasta siempre siempre.
y una primavera
me haré jazmín en nuestra casa.
me haré jazmín en nuestra casa.
3 comentarios:
Bello poema, bellamente ilustrado. De los personajes de la foto de abajo no puedo decirte nada para que me convides, porque solo te conozco a ti.
¿Dios? Yo sólo veo muerte...
Entiendo que el esperado incunable que, con ese título, tienes elaborado desde hace tiempo, vea la luz incluyendo, claro está, este poema con ritmo fluido, directo, introspectivo y bello. Bien bordado, descriptivo, a ras, muy a ras de suelo.
Enhorabuena, Jesús B.C.
Muchos románticos sueños, macho, pero cuando despiertas como hoy, no como ayer, y aun con las puertas abiertas de ese 'Nou camp' de tu empeño, ni intentas pasar la puerta para que te pueda ver.
Publicar un comentario