Una tarde de febrero, a la vuelta de un día entre amigos, de esos amigos de verdad que no giran según sopla el viento; después de pasar con ellos todo un día en el campo, en torno a un fuego que elaboraba y calentaba alimentos y conversaciones, nacieron estos versos.
Bajo un sol de febrero melancólico,
dormían sueños de lluvia las encinas.
Llamas de amistad en su luz hervían
alimentos para el cuerpo, palabras
que ascendían con el humo hacia el cielo.
Recorrimos caminos del recuerdo,
visitamos paisajes del pasado
en la paz y el amor del campo envueltos.
El aroma del café fue poblando
el aire de nostalgias, emisarios
de la noche adornaron con fuego
nuestras caras y los lentos silencios
del crepúsculo llenaron de puntos
suspensivos la charla.
El horizonte se puso dorado
con la sangre del día derramada,
y tuvo el día una muerte de estrellas
y de luciérnagas descabalgadas.
Así quizás sean la muerte y la vida:
una corta jornada que se acaba
cuando las luces del sol malheridas
nos anublan de noche las miradas,
de silencio la voz de los amigos
y de apagados luceros el alma.
7 comentarios:
Precioso poema.
Muy hermoso. Vivencias y recuerdos , en ese marco natural y bucólico...
Muxu bat. Soco
Versos preciosos, imágenes lindas. Todo un mundo de luz y poesía.
Gracias por vuestro comentarios.
TUVO EL DÍA UNA MUERTE DE ESTRELLAS...
Que bonita metáfora, preciosas fotos y palabras.
No se puede contar mejor un dia de campo ni con mas sensibilidad, que bonito
Aro, me emociona leerte y sentir que puedo a través de las imágenes combinadas con los versos viajar hasta ese atardecer entre ocaso y silencio.
Te dejo saludos
Cecy
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