Pepi llevaba un tiempo sumida en una enorme tristeza, hundida en la depresión y en la anorexia; su marido, El Gogo, su verdugo finalmente, vivía a su aire, amigo de la fiesta y de la noche. Menos aquella noche, la del 2 de enero último, en que no se fue de fiesta. Su mujer, Pepi, había metido su pequeño cuerpo de apenas 40 kilos entre las mantas. Llovía. En su pensamiento se agolpaban todos los problemas que envolvían su vida; pero la lluvia le cantó una dulce nana que la fue adormeciendo.
El Gogo, sigiloso, abrió la puerta de su casa y penetró en ella; el hijo menor, el único que con ellos convivía, no estaba. El asesino entró en la habitación donde Pepi dormía y la asió reciamente por el cuello; ella abrió los ojos aterrorizada en medio de la oscuridad; con sus delgados brazos intentó liberarse de aquella terrible presión que no la dejaba respirar; esfuerzo inútil. En pocos segundos, sus brazos cayeron desplomados sobre la cama; sus ojos quedaron abiertos, con un signo de interrogación en cada pupila. Acababa de producirse el primer crimen de género, acababa de morir en 2010 la primera víctima de la violencia machista.
Pocos días antes todos nos expresábamos mutuamente los buenos deseos de paz, felicidad, salud, etc., etc., etc. En la entrada que publicamos el último día del pasado 2009, hicimos sonar en este blog las doce campanadas de fin de año y, con cada una de ellas, lanzamos al aire del 2010 una aspiración. La novena campanada, el noveno deseo, aspiraba a que no hubiera ningún género de violencia, ninguna violencia de género. Un anhelo que ya se ha roto. Lo ha roto El Gogo la madrugada del día 3 de enero; un individuo de 53 años que decidió poner punto final a los 45 años de vida de Pepi, su mujer. Vivían en El Cuervo, un pueblo de Sevilla fronterizo con la provincia de Cádiz.
La novena campanada se ha roto.
12 comentarios:
Como lo relatas pones los bellos de punta y dan ganas de llorar, que tristeza que esos casos esten a la orden del día, y si malo es el final peor es el dia a dia con un maltratador, yo creo que nadie lo puede imaginar si en sus carnes no lo ha vivido, esta entrada tuya me ha dado mucho que pensar (madres, hermanas, hijas, amigas...) que horrooooor. UN SALUDO.
Esto parece el cuento de nunca acabar. Harto de escuchar todos los días lo mismo, nos insensibilizamos y cuando coge cerca, nos soprendemos.
Son asesinos, aquí y allí.
Recuerdo no hace mucho que mataron en Jerez a una señora no muy lejos de la radio donde estoy.
El escándalo, los gritos por la calle, las sirenas de la policía, las ambulancias. Y luego el silencio de la gente.
El Supermercado DIA que está cerca, estaba mudo. Lleno de gente, pero la gente muda. Porque estas cosas afectan y cuando te tocan cerca, se hacen tuya. Parece mentira. Hijos de ...
Si, dan ganas de llorar, Pepi representa a las miles de víctimas que viven en la violencia Psicológica que la mayor parte de las veces desencadena en una tragedia cómo la que narras.
Lo terrible Aro es que no nos damos cuenta hasta que ya no tiene remedio.
La violencia es repudiable en cualquiera de sus manifestaciones y es un deber el denunciarla.
QUE TRISTEZA...
Cecy
Muy penoso, en mi pais de origen (Rep. Dom.) esos casos se han convertido tan comunes que practicamente no impresionan, aunque existen algunas voces que a diario viven predicando, tratando de educar y crear conciencia sobre el tema, algo que lamentablemente muchos brutos no asimilan. Aunque sea mucho pedir ojala sea el ultimo en tus tierras.
Terrible estae caso.
Tu texto, impresionante.
Un abrazo.
El hecho estremecedor, y como lo cuentas haces que se nos encoja todo nuestro ser.
El leerlo me ha producido una gran congoja y una gran sensación de impotencia.
Un fuerte abrazo
Impresionante.
El corazón en un puño.
Besos
Me hace sentir impotente...rabiosa...a veces en mis escritos me pongo en la piel de gente, pero no puedo ponerme en la piel de estos asesinos, que matan por acomplejados, por malvados, gente que vive como una bola vacia porque es imposible que alguna vez hayan sentido sentimientos
Lo has escrito muy bien
Un abrazo
Es muy triste que exista tanta violencia.
Y lo más grave es que a esa misma campana, le saldrán más ranuras a lo largo del año. Si al menos fuese la última víctima...
¿ Qué tiene que cambiar en el mundo para que cese tanta violencia? Que alguien me lo explique por favor... Cuando escuché la noticia me sentí impotente. ¿ Porqué... Porqué...? Un abrazo.
Impresionante tu relato. Has hecho que lo viva muy de cerca, y que aborrezca una vez más a estos criminales que nada saben de amar.
Saludos
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