Río Majaceite

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Río Majaceite a su paso por El Bosque

8 ago 2011

UNA HISPANO OLIVETTI

En la reciente visita a Paradela, Mariajesús me ha regalado una antigua máquina de escribir en recuerdo de una entrada que hice con motivo de uno de los concursos que el año pasado ella convocó. En aquella ocasión, relaté unos hechos reales a partir de la foto de una máquina que en el concurso se proponía como elemento motivador. La máquina que Mariajesús me ha regalado es esta, similar a la que formó parte de aquel relato, una HISPANO OLIVETTI modelo Studio 46,
y el relato que ha dado lugar a este obsequio es este que se reproduce a continuación:

NOCHE DE LUZ, NOCHES DE SOMBRA

Aquella noche de reyes mi hermano y yo no dormíamos. Nuestros corazones latían deprisa y nuestros ojos parecían más de liebres que de niños, abiertos de par en par, salpicados de interrogantes. No hablábamos, porque si los Reyes nos oían no querrían entrar en un hogar en el que vivían tan desobedientes criaturas. Llovía, hacía frío, ¿cómo entonces podía ser que tan misteriosos y generosos personajes anduviesen por ahí montados en camellos, cargados de regalos?, pensaba yo mientras intentaba conciliar un sueño imposible. La lluvia parecía llamar a la ventana y el ligero resplandor de luna llena que el tapaluz dejaba entrar, me permitía ver la ilusión en los ojos de mi hermano. En la habitación contigua se encendió una leve luz y los perlados cristales de la puerta de nuestro cuarto se adornaron de reflejos amarillentos. Dos sombras pasaron sigilosamente. Eran los Reyes Magos. No podía ser nadie más, porque nuestros padres habían dicho que todos nos teníamos que ir a dormir y que nadie podía hablar ni moverse de la cama hasta el amanecer, hasta que los cantos de los pájaros nos despertasen... Se apagó la luz de la habitación contigua y todo quedó a oscuras.

-¿Los has visto? –susurró mi hermano.

-Sí. Eran dos. El otro se habrá quedado en la calle con los camellos. ¿Qué nos habrán traído?

-Han ido al lavadero. Yo he escuchado el ruido que hace la puerta al abrirse. Allí nos han dejado los regalos.

-¿En el lavadero? ¿Nos levantamos y vamos a verlos? –le propuse.

-No. Cállate. Tenemos que esperar a que amanezca.

Los minutos pasaban como parsimoniosos escarabajos negros; las horas eran tortugas gigantescas. En la calle sonaban húmedas brisas, rápidos pasos en busca del descanso. Un gallo cantó a lo lejos. Una, dos, tres veces. Debí dormir algún tiempo porque recuerdo que soñé con una bandada de búhos que, posados en el tejado, con sus despampanantes ojos iluminaban la oscuridad de la noche y convertían prematuramente en sol la luna. Los pájaros -por fin- llamaron a nuestros tímpanos, y nuestros párpados se abrieron felices; los tenues suspiros del alba iluminaban las rendijas del tapaluz. Corrimos hacia el lavadero con las pupilas relampagueando chiribitas. Allí, en el poyete, un libro de cuentos de Christian Andersen reposaba sobre una flamante máquina de escribir marca “Hispano-Olivetti”. Eran nuestros regalos.

..............

Pasaron años, muchos años desde aquella noche. Un rayo de muerte había invadido las células de mi hermano. Él yacía en su cama. La quimio no había podido parar aquella invasión de negras miradas opacas. Yo le tenía cogida la mano. Él me preguntó:

-¿Tú crees que me moriré?

En ese momento pasó por mi memoria aquella lejana noche de reyes.

-No –le contesté, aunque “” debió ser la respuesta.

Poco después una ambulancia nos llevó al hospital "Puerta del Mar", a la habitación 860, mis ojos empapados en la lluvia de aquella lejana luna de reyes. Allí, en aquella fría habitación, esperamos durante tres noches la llegada de unos Reyes Magos que vinieran a regalarle unos años más de vida; pero no vinieron.

14 comentarios:

Txema dijo...

Lo recuerdo perfectamente. También yo hice un comentario sobre una, aunque creo que era una una underwood, una verdadera joya.

Pues es un regalo muy apreciable, dicho sea de paso.

saludos

Ligia dijo...

Yo también lo recuerdo. Me gustó mucho. Me imagino que lo pasarías muy bien con María Jesús. Abrazos

Flamenco Rojo dijo...

Es de bien nacido ser agradecido...

Un abrazo.

mariajesusparadela dijo...

Chema, te explico: las fotos que yo puse de las máquinas, que eran dos, (efectivamente una de ellas era la que tu mencionas), no eran de una hispano Olivetti.
Pero mi hermana segunda tenía una y se la pedí, por si algún día tenía la ocasión de hacérsela llegar a Aro.
Y tuve la inmensa suerte de que Aro vino a buscarla.
No sirve de nada llorar con los amigos si ellos no saben que están, para siempre, en tu corazón: yo quise demostrarle que así era.

Genín dijo...

El relato es muy triste, acongoja al mas pintado.
El regalo, precioso, todo un detalle y demostración de cariño y amistad que ya ha dejado de ser solo ciber.
Enhorabuena a los dos!
Salud

Isolda Wagner dijo...

El relato es conmovedor y escrito con el corazón. No hubieras podido hacerlo con una Olympia que conservo, fabricada en Alemania en 1935.
Gracias por esas vacaciones tan bonitas que nos has ido relatando, con adivinanzas incluidas.
Muchos de nuestro sur, por si lo echas de menos.

Amando Carabias dijo...

También una vez hubo una olivetti en mi vida, hasta hace bien poquito, pero por suerte no podría escribir un relato así de triste.
No recuerdo haberlo leído en su día, así que hoy te doy la enhorabuena y de paso felicito a maríajesusparadela por sus iniciativas. Y como, Isolda, agradezco las noticias de tus vacaciones que nos has ido dando.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Recuerdo muy bien el relato y, como la primera vez que lo leí, me ha estremecido.
Un magnífico regalo con muchos recuerdos para ti, Aro, pasados y presentes.

Anónimo dijo...

¡Uf! El vello de punta. No me extraña que en su momento este relato dejara huella. Ahora, con el regalo que te has llevado a casa desde Paradela, no podrás olvidarlo jamás.
Hasta la próxima.

Txema dijo...

MJParedela:

Pues gracias por la explicación.

Y recuerdo que el relato de ARO me gusto mucho.

Saludos

Dilaida dijo...

Me gustó y me sigue gustando.

emejota dijo...

Aquí compartiendo. Beso.

Juanml dijo...

Recuerdo esa entrada, fue muy emotiva, es un regalo muy apropiado por los sentimientos que envuelve.

virgi dijo...

Me acuerdo muy bien del relato, es precioso. Muy apropiado el regalo, muy generosa Mª Jesús.
Un abrazo.