Río Majaceite

Río Majaceite
Río Majaceite a su paso por El Bosque

29 may 2009

POEMAS

Dios es una experiencia amorosa cuando se roza el misticismo merced a la fe imbuida por el entorno religioso en que alguna vez se ha vivido. Hace años, en Campano, el que suscribe tuvo una experiencia de ese tipo que, recordada años después, dio pie a estos versos:

Dios mío, yo te vi aquella tarde
entre las palmeras y el viento;

casi toqué tus manos
con estas manos mías
tan turbias ya, tan lejanas,
tan cargadas de silencio.
No sé qué caminos he andado
ni con qué pies me he ido alejando
de aquella tarde de palmeras altas,
en que casi casi llegué a latir tus pálpitos.

Oh Dios, busco ahora un camino de vuelta
que ante ti me deje,
y tropiezo con esquinas que no conozco
y giro y caigo y doy pasos que hacia ti no me llevan.

PAISAJES HUMANOS/ FOTOS CON HISTORIA

XIV


Isabel Barea, Pepa Benítez: Isabel Chile, Pepa la Chíchara. Día de San Antonio de 1980, frente a la Iglesia, esperando la salida del santo. En torno a ellas, personas del pueblo que, los que de aquí sean, pueden identificar. Ellas dos son una parte de los paisajes humanos de la memoria de El Bosque. Una foto quizás única. Cada una de ellas, por separado, está con toda seguridad inmortalizada en fotos; de las dos juntas puede que esta sea la única impronta que se conserve: un momento singular, una cámara oportuna.

25 may 2009

COMENTARIOS SOBRE LO DIVINO Y LO HUMANO

Casualidades: En 1911, tres hombres apellidados Green, Berry y Hill fueron ahorcados en Londres acusados de asesinar a Sir Edmond Godfrey en su residencia de Greenberry Hill.

El que escribe lo hace, en primer lugar, para sí mismo, pero también para que los demás le lean. Mi crónica sobre mi visita a Campano ha generado casualmente -milagrosamente- una serie de visitas al blog como nunca había ocurrido; no por su cantidad sino por su naturaleza, cosa que satisface, sobre todo porque ha provocado comentarios agradables para uno mismo.

Al margen de eso, quiero resaltar en este COMENTARIO, unas circunstancias que se producen raras veces. Me explico.

Entre la noche del 24 de mayo -día de mi visita a Campano- y la tarde del día siguiente, además de recibir una infrecuente llamada de teléfono de mi amigo y campanero Santiago Posada, mientras redactaba la breve crónica de dicha visita, se ha dado la circunstancia de que un también antiguo alumno de Campano -amigo de mi hermano Salvador- llamado Sixto, el muy nombrado Sixto, el siempre presente entre los recuerdos campaneros Sixto, ha llamado para contactar con los familiares de mi hermano, precisamente el mismo día en que la pequeña crónica titulada "PASEO POR... CAMPANO" -el 25 de mayo- aparecía en mi blog. Hacía algo más de cuarenta años que nuestras vidas -la de Sixto y la mía- habían emprendido distintos rumbos, sin volver a encontrarse hasta ahora. A mí no pudo localizarme, pero sí a mi cuñada. Después, enterado casualmente por ella de su llamada y de su número de teléfono, me he puesto en contacto con él -con el recordado Sixto- que en mis infantiles años campaneros me trataba con cariño de hermano mayor. Pero no queda ahí la cosa. El mismo día -el 25 de mayo- otro campanero y amigo, Pedro F. Lópiz, me ha enviado un correo electrónico -cosa que ha hecho tres veces en su vida- con las imágenes tomadas desde una avioneta en la que él ha sobrevolado la Bahía de Cádiz.
Por cierto, un 24 de mayo -día de la fiesta salesiana y campanera por excelencia- he ido yo a Campano una sola vez en mi vida.
En filosofía, la causalidad se define como principio según el cual nada puede existir sin una causa suficiente. Por su parte, la casualidad es la combinación de una serie de circunstancias imprevisibles. A este comentario no le añado nada más, solo una pregunta: ¿casualidad o causalidad?

24 may 2009

PASEOS POR... CAMPANO

Día de María Auxiliadora
Joan Manuel Serrat "tenía diez años y un gato
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio,
a la vuelta del colegio."
Yo no tenía diez, tenía once años y un perro al que llamaba Palomo. Que yo recuerde nunca había salido de mi casa, de mi pueblo, para quedarme fuera de él más allá de un día y mucho menos para quedarme sin mis padres. De pronto, un buen día me vi en un colegio enorme, rodeado de cientos de niños, todos desconocidos, un colegio en medio de un campo donde había muchos eucaliptos y muchos pinos, y curas de negras sotanas que daban órdenes.


En medio de este numeroso grupo hay varios bosqueños:
Salvador Ramírez, Curro Barea, Juan Román, Manuel Jiménez y yo.
No guardo en la memoria detalles de mi primer día en aquel colegio, sí me recuerdo llorando en una esquina de un patio porticado, debajo de una campana colgada del techo, y viendo a los otros niños correr, pasar, hablarse entre ellos... Luego recuerdo que nos pusieron a todos en fila y nos condujeron en silencio a unos dormitorios inmensos.

Pasé en Campano varios años de mi vida que han sido trascendentales para mi formación y mi manera de ser. Tuvieron aquellos años un sabor agridulce, pero los recuerdo con nostalgia y cariño. Hasta tal punto que no desaprovecho ocasión en que yo pase por sus cercanías para entrar y estar allí aunque solo sea unos minutos.



María Auxiliadora -la virgen salesiana- junto con San Juan Bosco y Santo Domingo Savio, forman la pléyade del universo de esta congregación religiosa.

El 24 de mayo es el día de María Auxiliadora. Con tal motivo, este año, he animado a unos cuantos amigos a acudir a mi añorado colegio y ser allí partícipe de las celebraciones de ese señalado acontecimiento salesiano. Amanecía en El Bosque un día que no sabía si vestirse de azul o de nubes grises, y en esa duda ha andado toda la jornada. Había que llegar a Campano antes de las 11, la hora de la Misa, porque cristiano o no, allí es una obligación y un placer estético asistir a ese rito católico, bajo las petrificadas miradas de la Virgen y de San Juan Bosco; no puede decirse también bajo la mirada de Santo Domingo Savio, porque él siempre mira al cielo.

Hemos llegado cuando estaba terminando la Procesión de la Virgen. Luego hemos asistido al rezo de una larga Letanía y, tras un breve receso durante el que hemos paseado por los patios del Colegio, a la Misa. Nos han servido, tras la celebración religiosa, un desayuno regalado por los Salesianos: chocolate con madalenas; y finalmente hemos vagado por Campano: sus patios de deporte, sus alrededores y nos hemos recreado en su parque.


Si te interesa ver con más detalle alguna foto de la página, pínchala.
No sé porqué, pero han sido muchos los bosqueños que han pasado por las aulas de este Colegio. Blas Torres, Juan, Salvador y Antonio Ramírez Ortega, Juan González, José Antonio Ramírez Oñate, Joaquín Reguera, Curro Barea, Manolo Jiménez, Salvador Gil, Manolo y Pepe Melgar, Juan y Rafael Ramírez Camarero, Vicente Gallardo... quizás se me olviden algunos.
En esta orla está Blas Torres, el pionero,abajo, el último. Es del año 1956.
En fin, un buen día, azul y gris; con sol y con lluvia caída como agua de mayo; la tarde se ha cubierto, a nuestra vuelta, de negros nubarrones en el horizonte de sierra hacia el que nos dirigíamos. Una salesiana jornada cuyo punto final lo ha puesto la ya tradicional llamada telefónica de mi amigo Santiago Posada, otro campanero, con el que mantengo al menos tres contactos al año: el día de San Antonio, el día de Santiago Apóstol y el día de María Auxiliadora.

23 may 2009

POEMAS

Dios no existe, ¿o sí?; en el fondo, se busca, porque necesitamos sobrevivir a esta vida efímera. Dios es uno de los temas centrales de la poesía de todos los tiempos. He aquí una muestra de ello.
Llueve esta tarde
y busco en el agua
los poros de tu existencia.
La lluvia cae
y repiquetea en los tejados
palabras que no conozco.

Te busco, Dios perdido,
más allá de estos cristales
que me separan del viento.
Te busco, me buscas
y ni me encuentras ni te encuentro.

8 may 2009

POEMAS

La muerte obsesiona al ser humano y se convierte, por tanto, en uno de los temas mas frecuentes en la poesía de todos los tiempos. He aquí una muestra de ello.
Yo me dormiré un día
hasta siempre siempre.
Bajaré al corazón de la tierra,
subiré a las aceitunas
y soñaré crepúsculos dorados
hasta siempre siempre.
Besaré cada otoño
los racimos de septiembre
y una primavera
me haré jazmín en nuestra casa.

Tú no podrás verme.
Pero yo estaré junto a ti
y rodaré hasta tus labios hecho lágrima
cuando tu llanto quiera robarme la muerte.

Yo me dormiré un día en el regazo de la nada
y soñaré hasta nunca nunca siempre siempre.

7 may 2009

PAISAJES HUMANOS/FOTOS CON HISTORIA

X


Primeros años 70. Jornadas deportivas. Entrega de trofeos a los equipos ganadores. ¿Sabes quiénes aparecen en la foto? Si me envías el nombre de 5 de ellos, te invito a una copa donde quieras.

5 may 2009

REPOSICIÓN: PASEOS POR... SIERRA MÁGINA

A primeros de mayo de 2009, decidimos realizar un corto viaje; una escapada de cuatro días, necesaria para recomponer las estructuras mentales y para relajar el espítitu. Nos fuimos a la provincia de Jaén, a Sierra Mágina, una comarca cercana a la capital de la provincia, distante tan solo 30 km. de ella, y de economía fundamentalmente agraria. Entre otras muchas cosas, esto fue lo que encontramos.

Procesión de San Francisco de Paula en Albanchez de Mágina-¡Viva San Francisco de Paula!
-¡Viva!
-¡Vivan los comisarios!
-¡Vivan!
Le he puesto a las oraciones anteriores signos de exclamación por obedecer las reglas ortográficas; pero esos vivas, dichos en Albanchez, son tan monocordes, tan poco exclamativos, que no merecen esos signos. Me explico.
En reciente escapada a la provincia de Jaén, concretamente a Sierra Mágina, nos dio por acudir a uno de los pueblos de la comarca, Albanchez de Mágina, atraídos por sus tradicionales fiestas, que en esos días tenían lugar.

Un pueblo coronado por un castillo
Eran las seis de la tarde cuando entramos por unas callejuelas engalanadas con banderitas y llenas de gente elegantemente vestida. Estallaban cohetes en el aire azul de la tarde; cerca del cielo, en lo más alto del pueblo, por debajo de un castillo que sí parecía estar en el firmamento, las campanas de una espadaña repicaban. Como llamados por ellas, caminamos hacia la iglesia; sus puertas estaban abiertas de par en par. Entramos en su interior; un grupo de hombres se apiñaba en torno al paso que sostenía la pequeña figura de un santo: San Francisco de Paula. El paso tenía forma de artesa. ¡Ojo al dato!

Tras un rato de espera, se oyó una banda de música que se aproximaba: delante de la banda llegaban cuatro señoras ataviadas con mantillas y peinetas; tras ellas, sus maridos, velas en ristre, caminaban muy serios: eran los comisarios, personajes que antiguamente corrían con los gastos de las fiestas del pueblo y daban comida y bebida a todos sus habitantes; en la actualidad, la tradición se conserva y los comisarios -que son voluntarios- también contribuyen a los gastos, junto con el Ayuntamiento, y organizan ágapes para sus amigos y familiares.
Ahí llegan: comisarios y comisarias; detrás, el Alcalde del pueblo.
Una vez congregados todos los protagonistas del desfile procesional, los costaleros auparon el santo y salieron por la puerta de la iglesia a los sones del himno nacional. Apenas el paso salió a la calle, de la primera ventana que se encontró, empezó a caer trigo sobre la artesa que servía de paso. Los dueños de cada casa, se asomaban al balcón o a la ventana y derramaban sobre el santo trigo y más trigo, utilizando para ello una bandeja. Cuando arrojaban la última bandeja de trigo, decían -no gritaban-, decían:
-Viva San Francisco de Paula.
Los de abajo, los que iban en la procesión, gritaban, perdón, decían:
-Viva.
San Francisco y una señora echándole trigo.
Mirábamos sorprendidos aquel rito y no entendíamos cómo en el paso con forma de artesa podía caber tantísimo trigo, pues de cada ventana le llovían al santo varios kilos. Lo que no sabíamos nosotros, es que por debajo del paso, los costaleros -de vez en cuando- sangraban la artesa, y llenaban con el sangrado pequeños sacos que posteriormente son donados a Cáritas para que destinen los beneficios obtenidos con su venta a ayudar a personas necesitadas.
Casualmente, al día siguiente, tras una ruta por toda la comarca, volvimos a pasar por este pequeño municipio de poco más de 1.200 habitantes, a la misma hora del día anterior, sobre las seis de la tarde. Entramos. Los cohetes seguían sonando y formando pequeñas nubes de humo en el aire. Anduvimos por las calles hasta llegar a una pequeña plaza, en la que tomamos posesión de una mesa y cuatro sillas desde las que ver el paisaje urbano y humano del pueblo. Todos los hombres -o casi todos- pasaban vestidos con traje y corbata y portaban una medalla colgada del cuello y al menos una larga vela.
Un grupo de ellos estaba sentado cerca de nosotros, en otro velador; otro grupo, enfrente. Bebían cubatas sin medida. Nos enteramos por el camarero que nos atendió y por una señora que se encontraba cerca de nosotros, que había procesión otra vez esa tarde, sacaban otra vez a San Francisco, le volvían a poner de trigo hasta las cejas; pero a la procesión de aquel día solo asistían los hombres, los llamados hermanos.

Hemos salido al atardecer del pueblo. Seguía en la distancia el volteo de campanas y el rugido de cohetes. Nos hemos detenido en un mirador que se encuentra a la salida, ya en la carretera; dos señoras mayores, viudas, vestidas de negro, charlaban mientras contemplaban el paisaje desde el balcón del mirador. Nos han dicho que no iban a disfrutar este año de las fiestas porque sus respectivos esposos habían muerto recientemente y no tenían ánimo para ello. La cara y la cruz de la vida.